Camboya 2004: Viaje a los mares del Sur |
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Es costumbre de cada vez más años viajar como D Camilo, “a la buena de Dios y a la que salga” y esta vez ha sido más a la buena de Dios que nunca. El sistema facilita la aventura al viajero y permite que, a pesar de las dificultades, nada pierda su sabor original. En esta carrera de orientación, que es mi vida, he enganchado al vuelo, en los últimos días, unas cuantas notas de color que pueden ayudarme un poco más a enderezar mi destino. De lo oído deduzco que Camboya es sobre todo Budismo y me voy a ver qué puede dar de si.... La providencia, que es guía y compañera de carrera, me pone en las manos un libro de Fouder, de mediados de los 70. Un estudio serio y riguroso (parece) sobre la figura de Buda, entre hombre y Dios, que para empezar me regala una clasificación a la que se puede dar mucho juego. Cuenta que cuentan que cuando Buda alcanzó la clarividencia dudo si lanzarse a los campos a predicar su doctrina. Ante el, el mundo, como un estanque de lotos, en el que se encontraban 3 clases de flores, con 3 clases de almas. Aquellas demasiado hundidas en el fango original que no alcanzarán a ver la luz del día; otras que próximas a la luz luchan a diario por alcanzarla y por último las que alzándose por encima de las aguas o de los hombre s llegan por si mismas a su pleno desarrollo... solo por las segundas, cuenta que Buda comenzó su predicación, que hoy se ha extendido por todo el mundo, y hace del Budismo la religión con más fieles de la tierra. De la vida de Buda no parece que haya mucho que destacar hasta el momento en que asume su llamada religiosa. Todo aquello que adorna su concepción (por un elefante con 6 colmillos), su nacimiento (del costado derecho de la madre, Maya) y sus primeros años (sabio, fuerte y afortunado en amores) más bien parecen adornos para justificar la excepcionalidad de Siddharta (el que colma todos los deseos y necesidades). Y ahora, mientras nuestro joven disfruta de los placeres de la vida... tomamos tierra en Bangkok, una ciudad extensísima, en la que desde el cielo, conviven casas viejas y altísimos rascacielos... Nada más lejos de la realidad, (nada como pisar tierra para darse cuenta de la verdad)... por eso el interés, casi la necesidad, de viajar “deadiario”, no basta con saber, hay que vivir para vivir, viajar, comprar, comer, ducharse... Bangkok es una ciudad con techo, una ciudad desbordada, en la que han tenido que construir tres pisos para intentar hacer frente a los problemas de circulación, una ciudad mixta, llena de luces de colores, edificios de cristal... pero en la que sigue habiendo puestos de comida en las calles Viajar en grupo permite algunos “relajos”, obligaciones del bien común, y para empezar dormimos en un buen hotel, reservado por internet por eso de aprovecharse de la globalización... llegar, parar, informarse y soñar con la nueva aventura que comenzará al día siguiente en la estación de autobuses a las 6 de la mañana. Rumbo Poi Pet, el pueblo de la frontera Tailandia-Camboya, que la guía describe como una especie de Las Vegas Oriental; a lo mejor allí también está de moda casarse, disfrazados de Mao, o de Hiroito...(es increíble mi desconocimiento absoluto, la ignorancia total del mundo oriental, de sus personajes....) Viaje cómodo, mucho más de lo esperado, bastante rápido y agradable... la sorpresa la encontramos al cruzar la frontera, que es como retrasar 30 años el reloj del tiempo, ya desde el principio, la autopista se convierte en camino de arena, las casa en chabolas... al cruzar la frontera un buen grupo de cazaturistas se abalanzan ofreciendo sus servicios... Al final optamos por el “taxi particular”, dos señores que están dispuestos a hacerse los 600 kilómetros que separan Poi Pet de Phon Pen, seguramente por carreteras infernales, muchas veces sin asfaltar, y volver en el día, por 50 Euros. Viajamos en grupos de 4, para ahorrar, y el coche es un poco horno, en el que no se pueden abrir las ventanas, una buena bienvenida a tierras Camboyanas. El viaje trascurre monótono, entre cabezada y cabezada se va descubriendo el paisaje surasiático, verde poblado, húmedo, colorido... A los lados de la carretera la gente, que como en muchos países “en vías de desarrollo” visten de USAID, como si se tratara del armario de ropa vieja de occidente... de golpe nos encontramos con la carretera cortada por una inmensa grúa, hace unas horas un camión se ha caído de un puente, y llevan horas intentando recuperarlo... el conductor está vivo, gracias a Dios, aunque bastante perjudicado... Tras un par de horas de espera, en que nos sentimos curiosos profesionales, sin nada que hacer, mientras nos devoran los mosquitos, retomamos el viaje que a eso de las 12 de la noche (18 horas después de nuestra salida de Bangkok) nos lleva a Phon Pen. Otra de las paradojas de la globalización, muestra de esa brecha que se abre más y más, por la que se tarda lo mismo en hacer 15000 Km., que 1200, eso si, mucho más cómodamente en el primer caso... En Phon Pen, somos pasto de la Lonely Planet, tantas veces ayuda del viajero y otras, auténtico dictador del viaje. Lo bueno es que no suele fallar, y el Hotel Cozyna, situado en el River Side, la zona turística de la ciudad, “es un sitio confortable, con una excelente relación calidad-precio”... aunque esa noche hubiera servido hasta el suelo para dormir placidamente. La mañana siguiente optamos por el despertar cristiano, y comenzamos nuestra ronda de reconocimiento de la zona... Aunque estamos en la zona turística, los cazaturistas son pocos y bien aleccionados, y no insisten más de la cuenta. Me llaman la atención los que venden libros fotocopiados, a precios irrisorios, con una edición de lujo, en la que es difícil encontrar la diferencia... tienen de todo, guías de viaje, libros de historia, novelas... El voluntariado es una droga dura y a mi el cuerpo me pide ir a ver a las Misioneras cuanto antes, me aplasta un poco el ritmo de vida turística... La primera casa está situada en Monivong Boulevard, la Castellana PhonPenita, y desde lejos atrae la atención con sus colores blanco y azul, es una casa para niños abandonados y para niños de la calle en estado de desnutrición... estos pasan 6 o 7 meses en la casa para recomponerse y vuelven con sus familias... Las hermanas nos reciben con los brazos abiertos, como siempre, y nos ofrecen todo tipo de posibilidades de colaboración... Y para situarnos el horario, Misa 6.30, desayuno, trabajo hasta las 12.00, comida, trabajo hasta las 18.00, Adoración al Santísimo... no vamos a tener tiempo de aburrirnos. El tráfico de la ciudad recuerda al de Calcuta, motos, bicis y coches, circulan en cualquier dirección, con la bocina como elemento de disuasión, como si avisando se pudiera ejecutar cualquier tipo de maniobra. Aunque hay mototaxis y tuctucs que mueven al turista por la ciudad, nos decidimos a alquilar una moto, para movernos. Y así, a un precio irrisorio (3 dólares día) nos integramos plenamente en la ciudad... Y nos integramos con todas las de la ley. La primera tarde nos lanzamos a buscar alojamiento dentro de la ciudad, cerca de las hermanas, el cielo se va poniendo cada vez más gris y de repente comienza a caer una tromba de agua, que no permite ver a diez metros de distancia... cinco minutos después las calles laterales se inundan, y el agua llega a las rodillas; el trayecto es un equilibrio continuo para evitar poner el píe en las lagunas marrones por las que circulamos y tras el susto inicial, nos damos cuenta que conducir en la lluvia es otra muestra más de incorporación plena. La gente nos mira asombrados con una sonrisa, como dando la bienvenida a nuevos locos. La sonrisa Camboyana engancha, es una sonrisa cariñosa, acogedora, friendly, warm (absolutamente maravillosa), y dice muchísimo de un país, de un pueblo. Camboya es tierra virgen, un pequeño paraíso natural de cultura ancestral donde la semilla del sufrimiento ha florecido con forma de inocencia y bondad. Un pueblo que me recuerda al polaco, siempre en manos de sus vecinos, Tailandia y Vietnam, vapuleado por unos y otros, conquistado, manoseado... y que en el último siglo, ha sufrido la humillación de ser destrozado por su propia gente, arrasado por el régimen de Pol Pot y rematado por los vietnamitas, lucha por levantarse. Quizás por todo eso los Camboyanos son alumnos aventajados de la escuela de la vida, la escuela del dolor. Son gente sufrida, humilde y sonriente. No son alumnos fraudulentos, de los que aprueban y pasan de curso con chuletas y cambiazos, sino alumnos sufridos de los que sudan cada décima de punto y quizás por eso lo disfrutan más. Gente maravillosa que sabe llevar el sufrimiento con dignidad, e incluso (herejía postmoderna) con alegría. Entre ellos los chicos de la calle han hecho un Master, no se si se puede decir que tuvieron mejor profesor pero lo que no hay duda es que despertaron a golpes y aprenden cada lección a velocidad de vértigo.... Inglés, español, artes de negociación, relaciones humanas... ninguna asignatura se les resiste. Además de la gente, lo más maravilloso del país, naturaleza y cultura hacen muy buena pareja e invitan a volver... No se porque pero más que a volver aquí todo invita a quedarse. La situación política del país deja bastante que desear, el Primer Ministro es Hun Sen, un auténtico mafioso, antiguo Khemer Rojo, huido a Vietnam antes de la debacle de Pol Pot, con un patrimonio personal situado entre las mayores fortunas del mundo, y que controla absolutamente todo el país. Aún así existe un amago de democracia, con tres partidos políticos, de los que los dos primeros gobiernan en coalición, el Partido del Pueblo de Camboya (Cambodia People Partie) del Primer Ministro, el FUNICIPEC, Partido Monárquico del hijo del Rey, y el Sam Raysi, partido de izquierdas, al que da nombre su líder, y que es realmente el único partido de oposición. Actualmente hay bastante polémica por la intención del Rey, que vive exiliado en Corea del Sur, de presentar su renuncia, algo que no está previsto en la Constitución. El Primer Ministro se niega, en lo que considera un intento por desestabilizar el país, y no debe andar desencaminado porque la historia del Rey Norodom Shihanouk es para eso y mucho más, este reyezuelo recuerda, hasta en lo físico, a Samarach, un auténtico camaleón, con una capacidad de adaptación increíble que ha sabido sobrevivir a todos y cada uno de los distintos regímenes por los que ha pasado su reino en el último siglo. Empezando por el protectorado francés, la independencia, los Jemeres Rojos, los vietnamitas y ahora Hun Sen... resulta sorprendente que nadie se haya decidido a llevar su vida a la gran pantalla. Económicamente el país se encuentra retrasado, en los últimos años ha crecido económicamente gracias a la entrada de empresas extranjeras, y se nota en el aumento de tiendas, sobre todo de electrodomésticos y moda occidental. Entre las actividades del viajar deadiario hay una que es muy ilustrativa, la del cine, así que siguiendo con nuestro plan de integración nos plantamos en el cine, ante la expectación del respetable, que no podía entender que se nos había perdido allí. Como la necesidad agudiza el ingenio, y ellos lo han pasado muy mal, lo primero que hicieron fue evitar males mayores y situarnos en las últimas filas para evitar que tapáramos al resto de los espectadores, más bien bajitos. Nuestra primera sorpresa fue después de los anuncios, cuando todos se pusieron de pie al unísono, apareció la bandera nacional en pantalla, y muy serios comenzaron a escuchar una canción, imagino que el himno nacional. Después comenzó la película, en perfecto khmer, sin subtítulos, no se entendía ni una palabra, y por eso nos conformamos con nuestra versión particular, que considero bastante fiel a la realidad. Un señor casado con 2 mujeres, una dócil con una hija encantadora, y otra absolutamente viperina, con dos arpías como hijas, esta parece que se ha hecho con su afecto y lo utiliza fundamentalmente en contra de la otra mujer, enfrentándola cada vez más y poniendo todos los medios para hacerle la vida imposible, hasta que el marido acaba matándola a remazos, en una escena que debería estar prohibida... En este momento, según el espíritu budista, la mujer se reencarna en pez, no se qué quiere decir exactamente esto en la escala de meritos budistas. Todas las noches la mujer se acerca a la orilla para hablar con su hija, hasta que es descubierta por la bruja que la pesca, y le corta el cuello.... momento en el que aprovecho para abandonar el cine, absolutamente desmoralizado. Alguna vez he escrito sobre la influencia del cine en la sociedad, y su peso a lo hora de construir el “way of life”, de marcar el paso de la normalidad, y si aun no he conseguido acostumbrarme al horror occidental, de un cine, sin familia, sin amor, sin vida, lo llevo con resignación. Quizás por falta de costumbre me ha chocado tanto el cine Camboyano, y sus primos hermanos de Camboya, Indonesia y Vietnam, cine hiperagresivo, en el que la vida carece de todo valor y el mal es uno de los protagonistas fundamentales, sin permitirse ningún tipo de valoración. Otro
elemento fundamental del día a día es la comida, basada
en el arroz, los y las salsas. Siempre había considerado algo bastante
snob, oír como los amantes de la comida oriental despreciaban los
restaurantes de Madrid....y allí he entendido de una vez la diferencia
entre comida oriental y restaurante chino. Comida con diferentes sabores,
ligera, sabrosa... auténticamente deliciosa... Cualquier hueco
sirve para dar de comer en la calle, que está llena de puestos
de comida, cafés en la calle que sirven sopa de nuddles y arroz.
Y eso se nota en los niños, que día a día van cogiendo más confianza. Son el sueño de cualquier matrimonio, traviesos, divertidos, revoltosos, pero obedientes, respetuosos, pendientes unos de otros, se sienten familia y se respira el amor y la autoridad de los mayores... el espíritu de familia. Así las casas de las hermanas son auténticos hogares de paz. Chicos de la calle y adopción. Es una gozada conocerlos uno a uno, distinguirles a pesar de su cara de chino, ponerles nombres, Chun li, Kim Lui, Kim lai, Net, Mau, Eva, Asiriam...
Somalí Man, tiene distintas casas, las de acogida en las que dan la bienvenida a las muchachas después de las operaciones de rescate, las residencias, en las que las educan y alimentan, y las de integración... hemos visitado una de las residencia, en las que más de 30 chicas, que no superan los quince años, tratan de apartarse del mundo de la prostitución. La residencia parece una fortaleza, de muros altos y opacos, nos cuentan que es para proteger a las niñas de los proxenetas que tratan de recuperar sus piezas, y mandan mensajes con amenazas, les suministran drogas... cualquier cosa para tratar de recuperar sus fuentes de ingresos... En el centro reina el buen humor, acaba de nacer una niña. Su madre de catorce años, tumbada en una estera mira a su hijo emocionada, y recibe la visita encantada. En el centro hay cierto ambiente español, 2 voluntarios imparten sesiones de autoayuda, con bailes, carreras y juegos, llegamos en el momento del clímax, donde todas gritan y saltan... Uno de ellos es un diseñador gráfico madrileño, que tiene edad de la movida madrileña, y que tras emigrar a Barcelona, pasó por Camboya de visita y como el dice se quedó enganchado y se ha establecido allí hace ya más de un año. Trabaja como diseñador gráfico y colabora con Somali Man, es la imagen de una vida realizada, (de una vida plena, de las que no salen en televisión) el describe su situación de maravilla, “estoy superestimulado, muy centrado”, y con verle sonreír, se descubre que es la pura verdad... La chica que le acompaña es su hermana, recién llegada de Barcelona, José cuenta que fue ella la que se lo llevo a Barcelona hace años, y que esta es su particular venganza... Las otras dos españolas que andan por allí, son profesionales de la cooperación, ambas trabajan en AFESIP, y responden al 100% al perfil de Cooperante (una palabra que siempre me recuerda a Juan Luis Cano, y al viaje a Kosovo). Todo esto me hace pensar en lo grandioso de cualquier labor social, de cualquier actividad de ayuda a los demás. Así frente a la visión de los agoreros, pesimistas profesionales, que es la careta que se ponen siempre los egoístas para justificar su inactividad, vuelvo a reafirmarme en la teoría de la gota de las gotas de agua, que van llenando de agua el desierto (a nadie decimos que no)... Y aquí estamos todos, aprendiendo a ser felices, de los mejores maestros, los sencillos, que son los únicos que tienen la receta, en la que la confianza en Dios, en la oración es un ingrediente fundamental. Shakhainuville Por las tardes hemos aprovechado para hacer algo de turismo. Una de las visitas obligadas en Phon Pen son los Killing Fields, uno más de esos monumentos al horror, que pretenden que nunca se repita, lo irrepetible. En este caso se trata de un monumento de cinco o seis metros de altura, en las que se amontonan las calaveras ordenadas por sexo y por edades, algo macabro, pero real e imagino que con esa intención de personalizar el drama, ante el peligro de convertir la tragedia humana en un problema demográfico, histórico o macroeconómico más. Asusta ver las consecuencias del mal, su fuerza, su poder de destrucción y de seducción... nada lo puede representar, y un monumento, por macabro que sea, y cuatro fosas comunes, resultan fríos... Lo más impresionante ha sido un árbol, apartado fuera del recorrido, en el que a los pies se podían ver un par de huesos y unos dientes; yo no se por qué, paradojas de la vida, esa imagen me ha dejado sobrecogido, y es que la muerte es sucia, pilla por sorpresa y no deja tiempo a ordenar... como el monumento de huesos. Bienvenido
al Paraíso. El Señor cuida de todos sus hijos, y no se porque pienso que cuida más de los que se ponen en sus manos, de los que se dejan cuidar, como si le preocupara que aquellos que se dejan la vida en lograr sus objetivos y acuden a el como un elemento más para conseguir estos, se acabaran creyendo autosuficientes, como si su vida dependiera solo de ellos... por eso basta con estar atento y dejarse llevar, no empeñarse nunca en nada y convencerse de que todo lo que pasa, viene de Dios y por eso es sin duda lo mejor que nos puede pasar. Por eso cuando una noche en una cena, un italiano nos habló de unas islas paradisíacas, situadas a menos de 2 horas de Bangkok, algo me hizo tilín ahí dentro (como dicen ahora). Así que al planificar la vuelta añadimos una etapa más, a las ya previstas de Angkor y Battambang, la Isla de Kosa Med. El barco a Angkor, subiendo el TonleSap, del que todo el mundo habla maravillas, me decepcionó. Solo el final en el que el barco atraviesa un poblado flotante para llegar al puerto, me resultó interesante, era una Venecia de madera podrida y mal olor, pero Venecia en fin, un nido de insalubridad, en el que los niños saludaban a los turistas que se asomaban a la cubierta del barco (ningún local puede permitirse los 23 dólares de rigor), y en medio de todo ello, una iglesia flotante, que porque no decirlo me reconfortó. Debe ser una frivolidad decir que me encantan los palafitos, construidos en altura, dentro del agua o en la orilla, y reconozco que debe ser bastante incomodo vivir en esas condiciones, pero la verdad es que por allí no he visto caras tristes, y puestos a valorar... Los Templos de Angkor, son una de las 7 maravillas del mundo, una inmensa extensión, de palacios y templos, construidos entre el siglo IX y el XIII, en un derroche de grandeza y originalidad, en medio de una naturaleza viva que hoy vuelve a demostrar como las obras de Dios son más fuertes, más bellas y más perdurables que las de los hombres. Ta prom, es la mejor muestra de esta lucha secular, allí conviven la fuerza de la naturaleza y la robustez de la piedra, como algo mítico, salvaje... testigo único de la lucha entre el hombre y los seres de la creación que se resisten a someterse a un amo tan negligente. Descubierto por un arqueólogo francés a mediados del siglo XX, durante los años 80 se convirtió en la “sierra maestra” de los Khemeres rojos que resistían allí, asaltando a los infortunados que se atrevían a adentrarse en su territorio... Hoy es el símbolo de Camboya, su principal atracción y una buena fuente de ingresos. Es la parada obligatoria, y quizás la única, en el Tour de Indochina, y merece la pena. Aunque ya han empezado a llegar los cazaturistas, aun permanece a medio explotar... por poco tiempo... Angkor Wat es majestuoso, impresionante en su grandeza y su señorío; fuera los niños juegan con los turistas y les ofrecen sus baratijas a un dólar, sin saber que la gente debería pagar muchísimo más sólo por ver su sonrisa, su mayor tesoro, el más valioso de Camboya. La escuela de la calle, aquí, donde hay muchas más clases, es universidad. Niños cuatrilingues, auténticas calculadoras humanas, con una conversación súper sugerente y conocimientos de geografía, política, deporte... La segunda etapa de nuestro viaje de vuelta es Battambang, la ciudad del noroeste de Camboya, donde un Obispo Jesuita Español, (no se cual es el orden adecuado, y me pongo a jugar con las palabras, Español Obispo Jesuita, Jesuita Español Obispo, Obispo Español Jesuita... sírvanse ustedes mismos, yo me quedo con la primera; obispo por la gracia de Dios, Jesuita por vocación divina, y Español por que hacía falta mucho carácter para bienllevar semejantes regalos) Punto y seguido Al llegar a Heathrow, Londres llora, como siempre, y una vez más, al final de cada aventura. Ahora es cuando los recuerdos desfilan pidiendo pasar. Cuando uno se pregunta si valió la pena y trata de meter en su cabecita aquello que le ayuda a ser un poco mejor, como ha ido metiendo en la maleta mil y un regalos “imprescindibles” que sin ninguna dudad acabarán amontonados en algún cajón. En el primer puesto pelean de una forma u otra el sentido de la cruz con la confianza en la providencia divina. De la cruz he visto sus frutos, paciencia, humildad, mansedumbre... alegría y por eso se viene a la cabeza la pregunta... todo esto ¿no es posible sin cruz? Y la respuesta que dan los santos, esta vez ha sido el Padre Pío: parece que no... es algo radical pero necesario y cuanto antes se entienda, mucho mejor, para llevarla con alegría, para ver a Dios detrás... para “vivir la vida”. La providencia nos recuerda que estamos en manos de Dios, “hasta los pelos de vuestra cabeza están contados”, pero también que “si eso hace Dios con los pájaros que no hará con vosotros” y eso hay que recordarlo aquí en la City, donde todo parece darme otra vez la bienvenida a la civilización, donde pare que incluso me recriminan una escapada tan peligrosa e insisten en avisar de que se trata solo de unas vacaciones, un paréntesis, un kit-kat... y deja claro cuales son los elementos indispensables para sobrevivir con éxito a esta sociedad: comodidad, seguridad, apariencia... sociedad de bienestar que totaliza y ridiculiza cualquier otro sentimiento que intente rivalizar con aquellos. Cada vez me parece más claro que es como si dijera “prohibido ser feliz” y ahora veo la relación directa “sin sufrimiento no se puede ser feliz”... Cuando el principal objetivo de una sociedad es huir del sufrimiento (sociedad del bienestar), la sociedad se aleja a la misma velocidad de la felicidad. Es entonces cuando descubro la radicalidad que se necesita para ser feliz en este mundo. Vivir en el mundo sin ser mundano, decía Escrivá de Balaguer, estar en el mundo sometido a otras leyes, las del hombre (Tao, las llama C.S Lewis en La abolición del hombre), las del amor las llamará S. Pablo... Y esto hace aparecer como necios delante del mundo... mejor, así debe empezar el sufrimiento (“hambre, frío, sed, dolor, incomprensión... estos son los tesoros del hombre sobre la tierra”). Así que ahora toca volver a empezar, a instaurar el reino del amor sobre esta tierra, y para eso dedicarse sólo a lo importante, sin perder el tiempo en tonterías que llenan la cabeza de nubes y consiguen devolverme a las calles de este mundo... D. Santiago Martín lo remacha en la homilía, el cristianismo nos dice las cosas como son, nos invita a reconocer nuestros errores... condición sinequanon para mejorar. Y pienso en mi forma de ser, mi justificación constante, mi búsqueda de debilidades, mi falta de comunicación, mi echar en cara, aunque sea en silencio... y no tiene ningún sentido. * Nota: La casa de las Misioneras de la Caridad en Camboya pertenece a la Casa Central en Hong Kong, llamad allí para preguntar si necesitan voluntarios, y pedir permiso para ir a la Hermana Provincial: Missionaries
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