"VER AMAR SERVIR A CRISTO EN LOS POBRES" (Ed. Paulinas) |
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Que mi alegría
esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud. Una
Hermana alegre es como el resplandor del Amor de Dios, esperanza de felicidad
eterna, llama de un ardiente Amor.
Los gestos de Amor son gestos de Paz. El ayer ya pasó, el mañana está aún por llegar, sólo tenemos el hoy. Dales hoy, Señor, por nuestras manos, su pan de cada día, y que mediante nuestro Amor de comprensión, podamos llevarles Paz y Alegría. No lo olvidemos jamás: lo que hacemos con Amor, lleva siempre Paz. Para ser capaces de realizar esta tarea, nuestros Hermanos y Hermanas y Hermanos emiten el voto de castidad (para amar a Cristo con Amor indiviso), a través de la libertad de la pobreza (para Amar a Cristo, hay que ser libres), en entrega total de obediencia (es que, si de verás pertenecemos a Cristo, Él tiene que poder disponer de nosotras). Las Misioneras de la Caridad tienen fijada, como condición previa al establecimiento de cualquier fundación, alcanzar un acuerdo escrito con el Obispo de la Diócesis destinataria de la fundación, por el que se les asegure la provisión de asistencia en los términos siguientes: posibilidad de Misa diaria, de confesión cada 15 días, de una conferencia de tema religioso cada 2 semanas (no indispensable), capilla en la casa donde sea posible la adoración eucarística y permiso para la Exposición de Santísimo. Los Hermanos Misioneros de la Caridad, se comprometen a imitar lo más cerca posible el ministerio y conducta de vida de Jesús como se refleja en el Evangelio, y que mediante un servicio sacerdotal de todo corazón y gozoso a los pobres más pobres, procuran apagar la infinita sed de Dios por el hombre y del hombre por Dios, revelada en el grito supremo:- ¡Tengo Sed!-, de Cristo en la Cruz. Su apostolado articulado a través de una triple forma: Tenemos: “Os he llamado por
vuestro nombre”, dijo Jesús. Sois preciosos Allí donde Dios asegura:- “Aún cuando una madre pudiese olvidar a su hijo, yo no me olvidaré de ti. Yo te tengo esculpido en la palma de mi mano. Eres precioso para mí. Yo te he llamado por tu nombre”-. Debemos esforzarnos por ser santos. Ser santos consiste en dejar que Dios viva su vida en nosotros y hacer lo que a Él le agrada. Ser santos consiste en tener el corazón limpio. Te tengo esculpido en la
palma de mi mano. Cuando estéis cocinando,
lavando ropa, trabajando duramente en la oficina o dondequiera que os
toque hacerlo, hacedlo con Alegría. Dedicad cuando menos, media
hora al día a la oración en soledad con Dios. Esto purificará
vuestros corazones, al tiempo os brindará la luz y medios para
tratar con todo el mundo con Amor y con respeto. Acudid a conocer a vuestros
pobres. Ayudad a las Hermanas. Brindadles vuestra colaboración
en su trabajo. Ayudadles a conseguir un lugar al que todos tengan posibilidad
de acudir, donde cuantos se sienten no deseados, no amados, puedan acceder
y sentirse deseados y amados. Y trabajad para Él, hacedlo todo
para Él, por Él y en Él. No os pido más que una cosa: que pidáis a Nuestra Señora que os ayude a conservar limpios vuestros corazones. Porque un corazón limpio puede ver a Jesús. Jamás temáis Amar y Amar hasta que os haga daño. Debemos orar, puesto que Jesús se convirtió en pan de vida para satisfacer nuestra hambre de Dios. Tomemos la resolución
de ser todo Amor por Jesús en el mundo. La de dejarnos Amar por
Él y que Él ame a los demás por medio de nosotros. Hagamos lo posible para que los enfermos y sufrientes puedan encontrar en nosotros, ángeles de consuelo y de bondad. Dios Ama al mundo por nuestro medio. El mundo parece empeñado en trocar a Dios en una reliquia del pasado; pero vosotros mediante el Amor, la pureza de vuestras vidas y vuestra bondad, demostrad al mundo que Dios es muy actual. Cuando tenemos a Jesús con nosotros, entonces ya lo podemos dar a los demás. El Fruto de la oración,
es una profunda vida de Fe. |
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