"¡ SED FELICES !
LA MADRE TERESA Y LAS BIENAVENTURANZAS”
(Ed.Servant Publications. EDICEP 1992)
 
Cristo nos llama a: compartir su pobreza, de tal modo que lleguemos a ser ricos a través de su pobreza.

Nuestra pobreza será la verdadera pobreza evangélica: con mansedumbre y ternura, gozo y corazón abierto, siempre dispuesta a dar una muestra de Amor. La pobreza es Amor antes que renuncia: Para Amar es necesario liberarse de todo egoísmo.

Sólo soy un lápiz en manos de Dios, Él escribe a través nuestro y pese a que seamos unos instrumentos imperfectos, la escritura de Dios es bellísima.

La sencillez del mensaje evangélico se ve realzada, en este caso, por la sencillez evangélica del mensajero.

Jesús enseñó a sus discípulos: “Yo soy el camino”. El único consuelo para el cristianismo es el tener presente que Jesús, el Mesías, el Dios hecho hombre recorrió el sendero antes que nosotros.

La Madre Teresa nos da un ejemplo de cómo hallar consuelo en momentos de tristeza o sufrimiento: procurar consuelo a los demás.

Jesús es el sacrificio ofrecido en la santa misa, por los pecados del mundo y por los míos.
Jesús es la Palabra que debe ser difundida.
Jesús es la Vida que debe ser vivida.
Jesús es la Alegría que debe ser compartida.
Jesús es el que se encuentra sólo, el que debe ser Amado.

Tener el valor de aceptar con una amplia sonrisa todo que aquello nos pida o nos envíe, es siempre el mejor que Dios nos puede entregar.

Colaboradores: Jesús nos brinda la oportunidad, a través de una persona o circunstancia determinada, de hacer algo muy hermoso por Él.

María, en el momento en que los demás sólo veían tristeza y desesperación, nos enseña a mantenernos fieles en ese momento en que nos sentimos tentados a huir del pie de la Cruz, a apartarnos del pobre y del que sufre delante de nosotros.

El visitante, después de haber observado cuidadosamente a la Hermana, se volvió y me dijo:- Hoy he podido ver el Amor de Dios en acción, a través de las manos de la Hermana, a través de sus gestos, a través de su ternura, tan llenas de Amor por ese desgraciado, he visto como el Amor de Dios descendía sobre él. Ahora creo-.

La Madre Teresa hizo la revolución por la esperanza.
“Yo estaba hambriento de Amor, estaba desnudo, pero no sólo por una pieza de ropa, sino desnudo de la dignidad humana que corresponde a un Hijo de Dios. Estaba sin hogar, pero no sólo de un hogar de madera y ladrillos, sino que estaba rechazado, no deseado, era un despojo de la sociedad... Y vosotros me acogisteis”.

Limpios de corazón equivale a “sinceros” o “sin doblez”. En las Escrituras, el corazón incluye, no solo las emociones, sino la mente y la voluntad en la actuación, en resumen: la personalidad completa.

Pureza de corazón significa que el hombre solo desea una cosa: La Salvación, la unión con Dios para siempre.

Todos aquellos que intenten ser puros de corazón, serán capaces de atisbar al Espíritu Santo en todas las gentes, incluso en los que les odien o les deseen el mal.

San Agustín remarcó que Dios:-“Hizo que su Hijo, no solo nos enseñara el camino, sino que Él mismo se convirtiera en el verdadero camino”-.
Jesús es el verdadero camino de los limpios de corazón. Esta actitud supone un vaciarse de si mismo, un abandonar todo aquello que no conduzca a Dios.

El método más rápido y seguro es “utilizar la lengua” (la palabra), utilízala para el bien de los demás, si es que les quieres bien. De la plenitud del corazón habla la boca. Si tu corazón está lleno de Amor, hablará de Amor y con Amor.

Oh Maestro, haced que yo no busque tanto
Ser consolado, sino consolar;
Ser comprendido sino comprender;
Ser amado, sino Amar.
Porque:
Es dando que se recibe,
Perdonando que se es perdonado,
Muriendo que se resucita a la Vida Eterna.
Amen (San Francisco de Asís)

El fruto del silencio es la oración,
El fruto de la oración es la fe,
El fruto de la fe es el Amor,
El fruto del Amor es el servicio,
El fruto del servicio es la Paz.

Ruega y Busca: de esta manera tu corazón se engrandecerá hasta poder albergar a Jesús y mantenerle contigo.

El milagro consiste, dice la Madre Teresa acerca de la Casa de los agonizantes, no en el trabajo que desarrollamos allí, sino en que estamos contentos de hacerlo.