Un voluntario en Cuba

El trabajo de las hermanas…..
Creo que es mejor encontrase con las cosas a que te las cuenten, así evitamos crear prejuicios pero voy intentar adelantaros en que consiste un día en la vida de las hermanas destinadas en Cuba (porque creerme, aunque todo su trabajo está concebido bajo la palabra amor, este se manifiesta de muchas maneras dependiendo del país en que se encuentren).

Permitirme decir que elegir Cuba como destino para un voluntario pudiera resultar “ligth” si lo comparamos con Etiopía, por ejemplo. No quiero decir con esto que el trabajo de las hermanas sea “ligth”, ni mucho menos, pero si es diferente al que puedes realizar en países como Etiopía o la India donde el olor a enfermedad atraviesa el alma e ilusiones incluidas.

Desde su casa de Bayamo, una de las 7 que existen en Cuba, (Casa de las Hermanas de la Caridad: 00 53 78 32 61 06 - Entre Lora y Figueredo -) y con la palabra amor como principal arma consiguen hacer la vida un poco mas sencilla a pobres desamparados, niños abandonados, mujeres y hombres sin rumbo, que bajo su cobijo, descubren que dar puede convertirse en la señal que oriente sus vidas.

Un día a la semana preparan comida para todos aquellos hombres necesitados que no tienen con que alimentarse, solo tienen que llevar algo que les sirva como recipiente, algo donde poder echar el arroz o lo que ese día hayan conseguido. Algunos, los más enfermos, comen allí sentados mientras otros se llevan su ración par después pero nadie se queda sin amor.

Todos los días salen a visitar a las gentes de barrios realmente necesitados, allí limpian heridas, entregan medicinas y alientan con su fuerza a todo aquel al que se acerca, y otra vez nadie se queda sin amor.

La vida de la comunidad cristiana de Bayamo está muy unida las hermanas, la Parroquia (Padre Juan Lezalde, Catedral Santisimo Salvador en la Plaza del Himno, Aptdo. 27, 85100- Bayamo. Granma Aptdo. 27 ) Caridad Calas, (Leon 11. 0053 23 422018, Bayamo-Granma 85100) permitir que dedique unas líneas a esta luchadora contra la injusticia, nos acogió en su casa sin esperar nada a cambio, nos dio de comer y nos hizo participar de inolvidables tertulias al atardecer sobre la realidad de un cubano, bueno ella y los suyos, a todos un aliento.

Otra de las funciones de las hermanas es participar con el resto de congregaciones dependientes del Obispado (Monseñor Dionisio Obispado de Bayamo) en actividades de evangelización que se organizan en la comunidad, desde convivencias para jóvenes en pequeñas propiedades rurales hasta mañanas de juegos y creatividad en los jardines de un museo.

Y porque no algo de trabajo físico… para hacer la vida mas confortable a las hermanas.

Ve allí y compruébalo por ti mismo.

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ARTÍCULOS DE LA REVISTA VITRAL DEL CENTRO DE FORMACIÓN CÍVICA Y RELIGIOSA DE PINAR DEL RÍO. CUBA. AÑO XI. NO. 63 SEPTIEMBRE-OCTUBRE DE 2004

Encuentro con: Volver por el amor al dulce significado de la palabra patria. Entrevista a la señora Carmen Vallejo Witowska /Dagoberto Valdés

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VOLVER POR EL AMOR AL DULCE SIGNIFICADO DE LA PALABRA PATRIA ENTREVISTA A LA SEÑORA CARMEN VALLEJO WITOWSKA

Encuentro con. Revista "Vitral". No. 63. Septiembre-Octubre de 2004

por: Dagoberto Valdés

D. V. Sabemos que tú y tu esposo animan un proyecto de atención a niños enfermos, ¿cuál fue el origen de esta obra apostólica y cuáles son sus destinatarios?

C. V. Tuvo su origen con la Madre Teresa de Calcuta cuando mi esposo, Rey Febles, y yo tuvimos el privilegio de conocerla personalmente, de compartir con ella en la Capilla de Jesús Obrero durante sus dos últimos viajes a Cuba en 1988 y 1989. En estas últimas visitas tuve el honor de ser su intérprete. En la primera la Madre nos nombró sus primeros colaboradores en Cuba y nos encomendó atender a niños y adolescentes enfermos de cáncer y sus familiares. Ella logró abrir un espacio en el Hospital Oncológico donde las Misioneras de La Caridad acudían cada mañana ayudando a enfermos que mueren en una terrible agonía.
Sus destinatarios son los pequeños y jóvenes cubanos enfermos de cáncer, a quienes llevamos al encuentro con Jesús haciendo tangible SU AMOR a través de toda la ayuda que podamos brindarles.

“El amor duele”. Carmen consolando a sus niños.

D. V. ¿Cuáles han sido los frutos más visibles de este bello proyecto, en relación con los propio niños y con sus familias?

C. V. Quizás el fruto más visible de este bello proyecto es la gran familia espiritual formada por niños, adolescentes y padres quienes junto a Carmen y a Rey encuentran en Jesús la única respuesta a este terrible sufrimiento. Cada sábado nos reunimos en la Iglesia donde rezamos. Los pequeños, los jóvenes y sus madres saben que tienen un espacio donde llorar, reír, expresarse, permanecer callados, intercambiar experiencias con jóvenes y padres que han pasado por las mismas etapas de la enfermedad del cáncer. Estos encuentros representan para ellos la clave de la sobrevivencia al sentirse amados, importantes en la vida de otras personas lo que hace que encuentren paz y fortaleza en medio de su dolor.
A través de los sacramentos del Bautismo y Primera Comunión los niños y adolescentes se crecen en su vida espiritual.
Nuestra gran familia abarca más de 200 niños y adolescentes que viven en distintas provincias de la Isla.

D. V. ¿De qué forma la comunidad cristiana se ha vinculado a esta acción caritativa de la Iglesia que ustedes animan y cómo ha influido esto en la mentalidad de la parroquia que los acoge?

C. V. La comunidad cristiana de la parroquia se ha vinculado a nivel personal y a través de la oración. Los sacerdotes dominicos, especialmente los padres Antonio Bendito y Cirilo, entienden y apoyan nuestra misión de amor. Forman parte de nuestra gran familia espiritual. Los niños y adolescentes enfermos acuden cada sábado a la Parroquia del Sagrado Corazón en el Vedado donde tienen un espacio. Acuden con la certeza de ser amados al encontrar una familia amorosa que los acoge sin importar religión o credo al que pertenezcan. La realidad de una familia cuyo niño padezca esta terrible enfermedad transciende toda agenda política, religiosa y racial.
La Comunidad de la iglesia del Perpetuo Socorro ora y ayuda a nuestros chicos así como también las Madres Carmelitas Descalzas quienes con sus oraciones y ánimo nos han ayudado durante estos 16 años de misión para que siempre nos dejemos “llevar como un simple lapicito en manos de Dios.”
Recuerdo una de mis conversaciones con Madre Teresa donde me comentó—tal vez con una visión futurista-que se necesita una ternura férrea para construir un pequeño universo que se interese por personas—en este caso se refería a pequeños enfermos de cáncer— que una gran mayoría no quiere ver. Al principio muchas personas muestran su pena pero después olvidan. Entiendo que resulta difícil aceptar esta dura realidad de niños enfermos de cáncer.
Algo que resulta hermoso es ver cómo cada sábado los niños de la comunidad piden por nuestros niños y jóvenes acercándoseles y compartiendo con ellos.

Carmen de intérpetre de la Santa Madre Teresa de Calcuta, durante una de sus últimas visitas a Cuba.

D. V. Tengo entendido que tú serviste de intérprete a la Madre Teresa de Calcuta en dos de sus visitas a Cuba. Ella ya ha sido canonizada por la Iglesia, ¿Qué se siente al haber conocido y trabajado con una persona que la Iglesia ha declarado como santa y se venera hoy en los altares?

C. V. Siento que Dios reveló mi secreto cuando conocí a la Madre Teresa al aprender con ella que “a menos que se viva para los demás la vida no merece la pena vivirla.” Ella me bendijo al darme la oportunidad de amar, trabajar y compartir el dolor con un grupo especial de niños y jóvenes que enfrentan la vida con valentía y dignidad. A través de su encomienda encontré mi lugar en el mundo amando a Jesús, aquí en mi patria, en el rostro sufriente de los niños y jóvenes enfermos de cáncer.

D. V. ¿De qué forma ha cambiado tu vida y cómo se vincula este proyecto con la Madre Teresa?

C. V. Quizás deba hacerte un pequeño recuento biográfico porque te ayudaría a entender mejor cómo la Madre Teresa cambió mi vida. En el año 1981 durante un viaje a Moscú para recibir tratamiento ocular huí a Estocolmo donde pedí asilo político. Las autoridades suecas me deportaron inmediatamente a Cuba. Al regresar me sentí una verdadera extraña en mi propio país. Mis amigos más cercanos y profesores me rechazaron. Mi madre fue forzada a retirarse, a pesar de dominar seis idiomas, mi esposo y yo perdimos nuestro trabajo como profesores de francés. El dolor era inmenso. Tenía 28 años.
Rey y yo rezábamos en los bancos vacíos de la iglesia pidiéndole a Dios que transformara nuestro sufrimiento en algo hermoso y útil para Él. Siete años después nuestras oraciones fueron contestadas. Las Misioneras de la Caridad-con quienes ya trabajábamos ayudando a los más pobres de entre los pobres en la barriada de El Fanguito, aledaña al río Almendares—me pidieron que sirviera de intérprete a la Madre Teresa. La conocí el 16 de julio de 1988, día de la Virgen del Carmen. Ella palpó nuestra soledad interesándose también por mi salud. Intentó llevarme a Estados Unidos donde me atendería su oculista. Lamentablemente no pudo ser.
La Madre nos pidió que participáramos en una de sus misiones en La Habana. Esta misión consistió en visitar la sala de pediatría del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología. Al enfrentarnos con la presión de las autoridades y trabas administrativas decidimos mantener pequeña la Misión.
Este proyecto es el resultado de la encomienda de la Madre Teresa. Durante 15 años trabajamos en la sala de pediatría llevando a niños y padres al encuentro con Jesús, a aquellos que lo pedían. Estuvimos tolerados según el humor de las autoridades del momento. Cuando la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba se nos otorgaron pases permanentes para visitar a los niños. Lamentablemente desde agosto del 2003 las autoridades del hospital nos han prohibido visitar la sala de pediatría del Hospital Oncológico. Es por esta razón que cada sábado las madres vienen a la parroquia del Vedado buscando un consuelo, unas manos amigas que las ayuden a levantarse para poder seguir adelante.

D. V. ¿Recuerdas algún gesto alguna frase muy significativa de esta Santa en Cuba?

C. V. Sí, cada momento que estuve a su lado: en el aeropuerto, en el viaje a Cárdenas, en la pequeña capilla de Jesús Obrero, en las calles…lo tengo grabado en la palma de mi mano. La Madre nos exhortó a sonreír mientras caminábamos rezando el rosario. Nos pidió que no permitiéramos que nadie en esta bella ciudad se sintiera rechazado, solo. La Madre insistió en la sonrisa, encontró muchos rostros tristes y nos dio el mandamiento de “sonríanse los unos a los otros.” Creía en el poder de una sonrisa. “No hace falta que hagamos grandes cosas, pero lo poco que hagamos hagámoslo con amor”
Me subrayó la importancia de escuchar a los que se sienten solos y vencidos. Para mí fue un gran impacto en mi vida personal.
Cuando conocí a las Misioneras de La Caridad nadie nos visitaba ni nos llamaba por teléfono. Nunca olvidaré el día que mi esposo, Rey, me dijo: “Carmen te llama por teléfono la Hermana María Lina.” No lo podía creer. Era como si Jesús me hubiese llamado. A partir de ese día las Misioneras empezaron a visitarme, mi casa era una extensión de la capilla Jesús Obrero donde vivían. Fui portadora de la noticia de la visita de la Madre el 16 de julio de 1988 a las Misioneras; entonces ellas no tenían teléfono. Así que cuando la Madre me habló de escuchar el dolor de los demás para que no se sintieran solos y desamparados ya yo no lo estaba. Dios me había dado una bella familia con las Misioneras de la Caridad. Empecé a ser una mujer alegre porque comprendí que Jesús es la única respuesta al sufrimiento.
Hay una frase de la Madre Teresa que acude a mi mente a menudo cuando veo tanto sufrimiento a mi alrededor. Refiriéndose al sufrimiento del pueblo cubano, expresó que “los cubanos éramos privilegiados porque llevábamos la parte más pesada de la cruz.”

D. V. Una persona como usted que ha trabajado tantos años con niños con cáncer, ¿qué puede decir ante el misterio del dolor y de la muerte?

C. V. Resulta difícil plasmar en palabras experiencias tan dolorosas y difíciles como la agonía y la muerte de niños y adolescentes. Cuando un niño muere estamos en presencia de un misterio del que sólo Dios tiene la repuesta. Existen vocablos que definen la muerte de los padres, de un esposo o esposa, nos quedamos huérfanos, viudos. Sin embargo no existe un vocablo que defina la muerte de un hijo. La pérdida de un hijo es un dolor que albergamos siempre en el corazón. Cada persona reacciona de manera diferente ante la muerte. Algunos padres se acercan a Dios por primera vez en sus vidas, otros se les acercan más aún y otros le viran la espalda. Cuando San Pablo nos habla de “la paz que transciende el entendimiento humano” es una paz que he visto a lo largo de estos 16 años en el rostro agonizante de niños y adolescentes así como en familiares. Es una paz que no tiene sentido, es una paz que no tiene explicación y que sobrepasa nuestra mente humana. Esta paz que sólo Dios puede darnos no es la ausencia del dolor, es la presencia de algo más fuerte en nuestras vidas: “Y la paz de Dios, que es mayor de lo que se puede imaginar, les guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” (San Pablo, carta a los Filipenses 4:7). Los padres que sienten que sus hijos han ido a casa con Papa Dios—la Madre Teresa nos dice que morir es regresar a casa junto a Dios-, y que es solo una separación temporal, saben que el Amor siempre vence a la muerte y que si realmente creemos en Jesús no podemos perder nuestra batalla contra el cáncer. Nuestros hijos no pueden perder sus batallas contra esta terrible enfermedad. Sé lo duro que resulta tener una perspectiva de eternidad cuando alguien que amamos se nos ha ido. Nos aferramos a la vida porque es todo lo que conocemos y todo lo que podemos ver. Si caminamos a través de la fe y no a través de los ojos tendremos la certeza de que la muerte no existe porque UN AMOR infinito e inmenso es y está; aquí y en la eternidad.

D. V. En su opinión, ¿qué es lo que más necesita un niño en Cuba?

C. V. Crecer junto al amor de sus padres. Los niños aprenden a amar a través de su madre y de su padre porque el amor empieza en casa. Hoy día veo a mi alrededor padres que están preocupados por niños que viven en otros países y van a prestarles ayuda solidaria, lo que resulta hermoso, pero parecen olvidar que en su propio hogar sus hijos tienen hambre de amor. Primero los hijos y después todos los demás. Los hijos necesitan que sus progenitores les dediquen tiempo, tanto la figura materna como la paterna deben compartir el mismo grado de responsabilidad porque la palabra amor carece de sentido si no se traduce en acción. El amor es sacrificio y nuestros hijos deben criarse bajo la mirada amorosa, paciente y comprensiva de sus padres. Los niños necesitan la aceptación del padre y de la madre para poder caminar firmes el día de mañana.
Por todas partes de mi ciudad veo muchos niños y adolescentes en la calle. No es que sean de la calle, sino que se crían en la calle donde lejos de aprender a amar aprenden a pelear, a condenar, a sentirse culpables, a ser intolerantes. En la adolescencia pasan a vivir en las becas y escuelas en el campo lejos de sus hogares y me pregunto ¿cuánto tiempo pasan los hijos junto a sus padres? El tiempo es la vida.
Si los niños encuentran en su hogar amor, comprensión, dedicación, serán hombres y mujeres maduros y responsables el día de mañana.



Fiesta en la casa de Carmen y Rey con los embajadores de Gran Bretaña
en Cuba, Paul Hare y Linda Hare.

D.V. ¿Conoce usted otros proyectos de atención a niños con cáncer y sus familiares? ¿Tiene relación con otros proyectos similares de la Iglesia en Cuba? ¿Cree que seria bueno extender esta obra o contactar con otras de igual objetivo? ¿Cómo hacerlo?

C. V. No conozco otros proyectos que atiendan a niños enfermos de cáncer y familiares, pero pienso que sería provechoso para los pequeños enfermos vincularnos a otros de igual objetivo.
Sí. Caritas Habana que tiene el proyecto de La Infancia que incluye a nuestros niños enfermos de cáncer.
Los niños enfermos y sus familiares también reciben ayuda de personas de buen corazón: familias, diplomáticos, Caritas de San Petersburgo en Tampa, La Comunidad del Perpetuo Socorro. Personas que como tu, Dagoberto, y tu equipo de Vitral ayudan a los pequeños y jóvenes enfermos de cáncer.
Nuestro proyecto aún no tiene una visibilidad. Lo que dificulta una mayor ayuda a los pequeños porque no se puede amar lo que no se conoce. Quizás cuando las leyes nos brinden la oportunidad, esta misión de amor deje de ser pequeña para así brindar una mayor ayuda a los pequeños enfermos y familiares. Cuando el cáncer irrumpe en una familia, casi siempre se produce un descalabro familiar. Esta enfermedad puede durar años y la madre se ve forzada a dejar de trabajar para estar al lado de su hijo enfermo. Los niños y adolescentes enfermos de cáncer necesitan alimentos nutritivos, productos de higiene, ropas, ayuda para transportarse desde los más recónditos lugares de la Isla hasta La Habana y durante su estancia en la ciudad. Son niños gravemente enfermos y cuya enfermedad los hace aún más pobres. Cualquier ayuda se convierte en un tesoro mayor.
Seria muy bueno extender esta obra de amor porque: “Todo gesto de amor es un gesto de paz por muy pequeño que éste sea.” ( M. Teresa)
Aquellas personas o grupos que quieran, a través de su ayuda, devolverles a nuestros pequeños una sonrisa olvidada hace ya tanto tiempo pueden hacerlo cada sábado al terminar la misa, a las 6 P.M. en la parroquia del Vedado sita en calle Línea entre C Y D. O a través de nuestro teléfono particular 833-9236. Deben preguntar por Carmen Vallejo Witowska o Rey Febles Mirabal.

D. V. Imagine que Dios le concede un profundo sueño sobre el porvenir de Cuba, ¿cómo vería ese futuro de nuestra amada patria?

C. V. Cuba sería una madre amorosa que nos devolvería el dulce significado de la palabra Patria en la que todos querramos vivir y a la que todos sus hijos querrán regresar. Un futuro en el que la personalidad humana surja del espíritu libre del hombre hecho a imagen y semejanza de Dios. Un futuro donde el amor de Dios sane el alma de la sufrida nación cubana, un futuro en el que todos los cubanos seamos parte activa del renacer espiritual de una Isla que ha sido cortada en pedacitos.

D. V. ¿Algún mensaje especial para los lectores de Vitral?

Como lectora de Vitral doy gracias a Dios porque exista una revista cuya “libertad de la luz” nos ayuda a pensar. Su existencia reafirma que donde hay un gran amor hay grandes milagros. Que Jesús sea siempre vuestra inspiración. Un fuerte abrazo, Carmen.

Datos biográficos de Carmen Vallejo

Carmen Vallejo Witowska nació en 1952 en Manzanillo, Cuba.
Es hija del Dr. René Vallejo Ortiz y de María Witowska Dzudzuczynska.
Su padre estudió medicina en la universidad de La Habana
y después de graduarse se unió a las Tropas Aliadas trabajando para la UNRRA, Administración de Rehabilitación y Alivio de Naciones Unidas, como director médico-cirujano durante la Segunda guerra mundial en Wildflecken, Alemania donde conoció a la madre de Carmen, María Witowska, ciudadana polaca.
El doctor Vallejo a su regreso de Europa fundó la clínica La Caridad en su ciudad natal, Manzanillo. Este centro estuvo al servicio de los primeros rebeldes que desembarcaron en el yate Granma. En el año 1958 René Vallejo después de estar preso y puesto en libertad condicional por su vinculación con el Movimiento 26 de Julio, partió a la Sierra Maestra incorporándose al Ejercito Rebelde donde alcanzó los grados de Comandante. Su madre se trasladó a La Habana con sus dos pequeños hijos Carmen y René ya que sus vidas estaban amenazadas. En La Habana Carmen ingresó en la escuela las Dominicas Francesas donde cursó primer y segundo grados. En 1961 su padre se trasladó definitivamente para La Habana donde murió repentinamente a la temprana edad de 49 años el 13 de agosto de 1969.
Carmen estudió en la Universidad de La Habana Literatura y Lengua Francesas graduándose en 1976. Su tesis de grado sobre Los Juegos de Palabras en Paroles de Jacques Prevert se publicó en Cuba en la revista Unión No 3 en septiembre de 1978 y ha sido referencia bibliográfica en las clases de estilística de la universidad de La Habana. En 1980 se casó con Rey Febles quien también estudió lengua y literatura francesas en la Universidad de La Habana.
En 1988 cuando la Madre Teresa de Calcuta visitó la Isla por tercera vez Las Misioneras de la Caridad pidieron a Carmen que le sirviera de intérprete. La Madre Teresa de Calcuta pidió a Carmen y a su esposo Rey trabajar en una de sus misiones en La Habana. Esa misión consistió en la atención y el cuidado de niños enfermos de cáncer. Así empezaron a visitar la sala de pediatría del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología, a organizar excursiones al campo, a la playa, al teatro o al Parque zoológico, o a cualquier otro lugar donde los niños puedan disfrutar, y se sientan felices, dándoles así la oportunidad de volver a sentirse niños, al menos durante un rato.
Cada sábado los niños y sus padres vienen a la Parroquia del Sagrado Corazón en el Vedado donde tienen lugar los encuentros de ayuda espiritual, emotiva y sicológica. A lo largo de estos 16 años ayudan a los pequeños y adolescentes a prepararse a su encuentro con Jesús. Más de cien niños y jóvenes han recibido el Bautismo y Primera Comunión.
Estos pequeños y adolescentes enfermos de cáncer se esfuerzan por mantener su dignidad al enfrentar con valentía su enfermedad. Ellos forman parte de los bienaventurados que viven con valor y fe.
La condición de estos jóvenes pacientes transciende cualquier límite político, social, económico, o religioso. El dolor de estos niños convoca a la solidaridad humana dándosenos así la oportunidad de hacer realidad las palabras de Madre Teresa “A Menos que se viva para los demás la vida no merece la pena vivirla.”