Un día en la casa de Jimma
(Etiopia)

La jornada en la casa de las MMCC empieza pronto. A las 6,45 se celebra misa en la capilla, junto a las hermanas y alguno de los colaboradores que trabajan con ellas en la casa. Después, los voluntarios desayunan en sus dependencias, te con pan, mantequilla y mermelada que las hermanas dejan preparado en la cocina común para voluntarios y comunidad. Normalmente, después de fregar los platos del desayuno, se dedican unos minutos a lavar la ropa, también en el lavadero común.
Sobre las 8,30- 9,00 empieza el trabajo.
En Jimma, como en las demás casas de las MMCC, los enfermos se distribuyen por sexos en distintos pabellones. Hombres, mujeres y niños viven en pequeñas pabellones, conectados entre sí por un agradable jardín interior.
En el pabellón de los niños de Jimma, en la mayoría de los casos, son las propias madres las que permanecen al cuidado de sus bebés, siendo más necesario atender y jugar con los niños un poco más mayores; algunos de ellos con enfermedades de muy diversos tipos, tanto mentales como físicas.
Una de las tareas más necesarias en Jimma es practicar curas a los enfermos que vienen de la calle varias veces a la semana. En uno de los porches de la casa se instalan varios bancos donde los enfermos se sientan mientras se les practica la limpieza y desinfección de sus heridas. Tuberculosis, enfermedades parasitarias e infecciosas, sarna y hongos son las enfermedades más frecuentes. Conviene llevar siempre los guantes y la bata y evitar la máximo cualquier tipo de contacto. También hay en la casa de Jimma un pabellón de moribundos. El trabajo aquí consiste básicamente en ayudarles a comer a la hora del almuerzo, darles algún masaje, intentando desentumecer su huesos con suaves movimientos de piernas y brazos. El reparto de medicinas a los enfermos también se hace por la mañana. Los enfermos hacen cola delante de un carrito de medicinas instalado al efecto, en el que, junto a una hermana, el voluntario reparte la medicación correspondiente a cada enfermo, los cuales presentan una tarjetita en la que tiene detallada por escrito su tratamiento.
Poner en orden el dispensario es una labor que suele hacerse por la tarde. Consiste en agrupar los medicamentos por enfermedades y retirar los que estén caducados.
La hora de la comida suele ser sobre las 1.00. La comida queda preparada en la cocina, para que los voluntarios puedan comer tranquilamente en sus dependencias, dejando todo limpio una vez terminado.
Jugar con los niños, dar masaje a los enfermos encamados y ordenar el dispensario son algunas de las labores más comunes de la tarde. A las 6,00 finaliza el trabajo, pues empieza la hora y media de oración-adoración de las hermanas, que enlaza con la hora de cenar. Sobre las 8,30-9,00 termina toda actividad y los voluntarios se retiran a sus dependencias o al hotel. No conviene salir después de las 9, porque fuera se han soltado varios perros que custodian la casa.
Las hermanas también atienden una casa con enfermos de tuberculosis (solo varones), en un terreno muy agradable con una gran huerta y con ganado., además hay una casa para enfermos de lepra.

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