"LA ALEGRÍA DE AMAR"
(Ed. Martínez Roca)

 
El simple hecho de que Dios haya puesto un alma en nuestro camino es un signo de que quiere que hagamos algo por él o ella. No ocurre por azar; todo ha sido planeado por Dios. Nuestra conciencia nos obliga a ayudarla.

No me quedo dotada de cualidades especiales. No demando nada por este trabajo. Dios lo ha hecho. Yo soy un pequeño lápiz en Su mano, eso es todo. Él piensa. Él escribe. El lápiz sólo tiene que dejarse emplear.

Qué nos dice Dios? Él nos dice: Te he llamado por tu nombre, eres mío, el agua no te ahogará, el fuego no te abrasará, te entregaré las naciones, eres precioso para mi, te amo. Aunque una madre pueda olvidar a su hijo, yo no te olvidaré a ti. Te tengo inscrito en la palma de mi mano. Asimismo, aquellos con quienes os encontréis también son preciosos para Dios. Ayudadles a crecer en santidad, porque la santidad no es un lujo reservado a unos pocos. Es un deber simple al que nos debemos vosotros, yo y todo el mundo

No existen límites, porque Dios es amor y el amor es Dios. Y así, estás viviendo un amor con Dios, y el amor de Dios es infinito. Y es por eso por lo que no importa cuánto hagas, sino cuánto amor pongas en tu acción.

Aparta los ojos de ti mismo y alégrate de no tener nada, de no ser nada, de no poder hacer nada. Dedícale una ancha sonrisa a Jesús cada vez que tu propia nulidad te atemorice. Que la alegría de Jesús sea tu fuerza. Sé feliz y vive en paz, y acepta con una ancha sonrisa todo lo que Él te exija.

Cómo podemos ayudar a los estudiantes a entender la riqueza del servicio comunitario? Enseñadles. Y pedidles que amen en el seno de su propia familia. El amor comienza en el propio hogar. La abundancia de amor conlleva siempre abundancia de paz. Por eso la oración en común es importante para la familia, para que permanezca unida y sus miembros se amen. Así les será más fácil convertirse en fuente de amor para los demás.

Lo esencial no es lo que digamos, sino lo que Dios nos diga a nosotros y lo que diga a través de nosotros. Todas nuestras palabras son inútiles si no nos salen de dentro. ¿Por qué no tratas de refrenar tu lengua? Sabes bien lo que puedes hacer, pero no sabes lo que podrá soportar el otro.

A menudo, vemos cables largos y cortos, nuevos y viejos, baratos y caros, nuevos y viejos, cables eléctricos que no tienen ningún uso, porque no habrá luz mientras la corriente no circule por ellos. Los cables somos tu y yo, la corriente es Dios. Tenemos el poder de permitir que la corriente pase por nosotros, que nos emplee... y también de rehusar que nos emplee y permitir que se extiendan las tinieblas.

La caridad para con los pobres es como una llama viva: cuanto más seco esté el combustible, brillará con mayor intensidad. Al servir a los pobres, no les deis tan solo la mano, sino también el corazón. La caridad debe costarnos algo para ser fructífera. Dad hasta que os duela. Para amar, es necesario dar. El dar es necesario para liberarse del egoísmo.

No estoy de acuerdo con las actuaciones a gran escala. Para nosotras, lo que importa es el individuo. Para amar a una persona, tenemos que pasar por un contacto directo con ella. Si esperamos a reunirlas en gran número, entonces nos perderemos en los números y no podremos mostrar amor y respeto personales. Yo creo en el persona a persona; para mí, cada persona es Cristo, y dado que existe un único Jesús, esa persona es la única en el mundo en ese momento.

Agotad todos los esfuerzos por andar en presencia de Dios. Para ver a Dios en los otros, tenéis que vivir a lo largo de todo el día vuestra meditación matinal. Sonreíos los unos a los otros. No siempre es fácil. A veces nos cuesta sonreírle a alguien y entonces rezamos.

Debéis aportar amor hecho acción. Nuestras obras de amor no son sino obras de paz. Realicémoslas con un máximo de amor y de eficiencia: cada uno en su propio trabajo, en su vida cotidiana, en el hogar y con el vecino. Vivid felices y en paz. Aceptad todo lo que Él os dé y dad todo lo que Él os requiera, con ancha sonrisa.

La alegría es oración, la alegría es fortaleza, la alegría es amor. La alegría es una red de amor con la que puedes capturar almas. Nadie da tanto como el que da con alegría. La mejor manera de mostrar nuestra gratitud a Dios y a los demás es aceptarlo todo con alegría.

El futuro no está en nuestras manos. No tenemos poder sobre él. Sólo podemos actuar en el presente. En nuestra Constitución, tenemos un pasaje que reza:”Dejemos que el buen Dios haga planes para el futuro, porque el ayer ya pasó, el mañana aún no ha llegado y sólo tenemos el día de hoy para lograr que Dios sea amado, conocido y servido”. Así pues, no debemos angustiarnos por ello.

Dios es alegría, la alegría es oración. La alegría es un signo de generosidad. Cuando te llenas de alegría, te mueves con mayor rapidez y estás dispuesto a hacer el bien a todo el mundo. La alegría es un signo de unión con Dios, de la presencia de Dios.

El silencio es un fruto hermoso de la oración. No sólo tenemos que aprender el silencio de los labios, sino también el silencio del corazón, los ojos, los oídos y la mente, lo que yo llamo los cinco silencios. Repetidlo y memorizadlo con los cinco dedos.

Siempre digo que soy un pequeño lápiz en manos de Dios. Él piensa. Él escribe. Él lo hace todo, y algunas veces las cosas se ponen difíciles, porque el lápiz está roto y Él tiene que afilarlo un poco más. Tenéis que ser un pequeño instrumento en Sus manos, para que Él pueda utilizaros en cualquier momento, en cualquier lugar. Sólo tenemos que decirle “sí” a Dios.

No importa tanto, lo que “tengamos” por dar, sino lo vacíos que estemos, para que podamos recibir con plenitud. Apartad los ojos de vosotros mismos y alegraos de no tener nada, de no poder hacer nada. Dedicadle una ancha sonrisa a Jesús cada vez que vuestra propia nulidad os atemorice.

Me he encontrado con que cuando escribo, y escribo, acabo muy rápidamente con los bolígrafos. Cuando el color de la tinta empieza a debilitarse, una hermana me pone un bolígrafo nuevo en la mano, pero yo siempre se lo devuelvo porque no pienso coger nada sin haber pedido permiso. Emplead siempre estas palabras: “¿Puedo usarlo?”.

La mayor pobreza el mundo no consiste en la falta de alimento, sino en la falta de amor. Existe la pobreza de las personas insatisfechas con lo que tienen, las que no saben sufrir, las que se entregan a la desesperación. A menudo, la pobreza del corazón es más difícil de aliviar y derrotar.

El fruto de la oración es un corazón limpio, y un corazón limpio es libre para amar. El fruto del amor es: Paz, Unidad y Alegría.

No somos canales, sino instrumentos. Los canales no aportan nada propio, sólo permiten que el agua fluya por ellos. En nuestra acción, somos instrumentos en la mano de Dios, y Él traza una hermosa escritura con nosotros.

El ayer se fue. El mañana aún no ha llegado. Sólo disponemos del hoy. Si hoy mismo ayudamos a nuestros niños a convertirse en lo que deben ser, tendrán el coraje necesario para hacer frente a la vida con un amor más grande.

Eso es lo más hermoso para vosotros, jóvenes: abridle el corazón al amor que Dios os comunica. Él os ama con ternura. Y lo que os da, no quiere que os lo guardéis, sino que lo compartáis. Y cuanto menos tengáis, menos podréis dar. Y así, cuando oremos, debemos pedir...debemos pedir el coraje de dar hasta que nos duela.

Para amar y ser amados debemos conocer a nuestros hermanos y hermanas, porque el conocimiento siempre conduce al amor, y el amor hecho acción es servicio. Nuestro trabajo sólo es la expresión de nuestro amor por Dios.

Permitidme que os diga algo:¡Aunque sintáis el peso de vuestros pecados, no tengáis miedo! Dios es un Padre que ama; la piedad de Dios es mucho más grande de lo que podemos imaginar.

¿Cómo amamos? No en lo grande, sino en lo pequeño, y con gran amor. Hay tanto amor en todos nosotros...No debemos tener miedo a manifestar nuestro amor.

Vosotros, como jóvenes que sois-algunos estáis estudiando, otros trabajando y otros todavía preparándoos para el futuro-, debéis tener hoy mismo esa convicción, ese tierno amor por Cristo, y con Él y a través de Él seréis capaces de hacer cosas grandes. Pero antes tenemos que orar, y el fruto de la oración es la profundización en la fe, y el fruto de la fe es el amor, y el fruto del amor es el servicio.

Roguemos especialmente que todos los hombres y mujeres del mundo sean hermanos y hermanas, y comprendan esta plegaria. Todos podemos meditarla por nuestra cuenta y examinar nuestra conciencia. Y todos nosotros, antes de ceder a otro nuestro lugar en el rezo, demos vida a esta oración:”Llévame de la muerte a la vida, de la mentira a la verdad; llévame de la desesperación a la esperanza, del miedo a la confianza; llévame de la mentira a la verdad; llévame de la desesperación a la esperanza, del miedo a la confianza; llévame del odio al amor, de la guerra a la paz; que la paz llene nuestro corazón, nuestro mundo, nuestro universo.

Sé sincero en tu oración. ¿Sabes orar? ¿Rezas tus oraciones? ¿Amas la plegaria? Cuando nos encontramos cara a cara con Dios, nos vemos obligados a ser sinceros y a conocernos a nosotros mismos, a saber que no somos nada. Dios sólo puede llenarnos cuando comprendemos nuestra nulidad, nuestro vacío. Cuando nos llenamos de Dios hacemos bien nuestra labor.

Cuando uno cree amar, cuando ama, quiere entregar su servicio, quiere entregarse. Dios nos ha dado ejemplo: Él mismo nos lo da todo desinteresadamente; así, nosotros también hemos de entregar cuanto tenemos, hemos de entregarnos. Que no haya orgullo ni vanidad en el trabajo. Aseguraros de tener previamente en vuestras manos cualquier cosa que queráis entregar.

Algunos vinieron a Calcuta, y antes de marcharse me suplicaron: Dinos algo que nos ayude a vivir mejor nuestra vida. Y yo les dije: Sonreíos los unos a los otros, sonreíd a vuestra esposa, a vuestro esposo, a vuestros hijos, a todo el mundo - no importa de quien se trate-, y eso os ayudará a crecer en un amor más grande por los demás. Y uno de ellos me preguntó:¿Estás casada?. Y yo le dije: Si, y a veces e cuesta mucho sonreír a mi esposo, Jesús, porque puede mostrarse muy exigente. Esto es en verdad así. El amor comienza en ese punto: cuando se vuelve exigente y aún así puede entregarse con alegría.

Ten fe en lo pequeño, porque ahí radica nuestra fuerza. Puede que no seamos capaces de dar mucho, pero siempre podremos entregar la alegría que brota de un corazón enamorado de Dios.

En el día de Navidad, vemos a Jesús como un pequeño bebé, indefenso y pobre. Y Él vino para amar y ser amado.¿Cómo podemos amar a Jesús en el día de hoy? Podemos amarle en el esposo, la esposa, los hijos, los hermanos y hermanas, los padres, los vecinos y los pobres. Reunámonos en torno al miserable pesebre de Belén y resolvámonos a amar a Jesús en todos aquellos que nos vayamos encontrando día a día.

Hoy más que nunca, tenemos que pedir en oración la luz que nos muestre la voluntad de Dios, el amor que nos haga aceptarla, el camino para cumplirla.

En vez de muerte y tristeza, traigamos paz y alegría al mundo. Con este fin, debemos rogarle a Dios que nos conceda Su paz, y aprender a aceptar a los demás como hermanos y hermanas, como hijos de Dios. Sabemos que el mejor lugar para los niños es que aprendan el amor y la oración es su propia familia, en cuyo seno deben contemplar el amor y la oración de su madre y de su padre. Cuando las familias están firmemente unidas, los niños pueden ver el especial amor de Dios en el amor de sus padres, y al crecer convertirán su país en un lugar de amor y oración.