LA BEATIFICACIÓN

ARTÍCULOS APARECIDOS EN PRENSA SOBRE LA BEATIFICACIÓN DE LA MADRE TERESA


LA «SANTA DE LOS POBRES» SUBE A LOS ALTARES

Juan Pablo II beatifica a la Madre Teresa de Calcuta ante 300.000 fieles, entre ellos, 3.000 «sin techo» El

 

 

 

 

ARTÍCULOS EN ESPAÑOL PUBLICADOS DESPUÉS DE LA BEATIFICACIÓN

El Papa destaca que «es una de la personalidades más relevantes de nuestra época», y fija su fiesta para el 5 de septiembre.
El papa Juan Pablo II proclamó ayer beata a la misionera Madre Teresa de Calcuta, en una multitudinaria ceremonia en la Plaza de San Pedro a la que asistieron 300.000 personas, entre ellas tres mis pobres. La pequeña sólo en altura gran monja, que dedicó su vida a los desheredados de la tierra, ha recibido la beatificación más rápida de la historia moderna de la Iglesia, sólo superada por San Francisco, que fue santificado sólo dos años después de su muerte. Juan Pablo II, que se sentía muy unido a ella y admiraba sus virtudes humanas y espirituales, dio luz verde a la apertura del proceso dos años después de que la ahora beata muriera, en 1997, sin esperar a los cinco que establece el Derecho Canónico.

Madre Teresa, nacida en Skopje (entonces Albania) en 1910 y fallecida en Calcuta en 1997, fue elevada ayer a la gloria de los altares y al culto local en una multitudinaria ceremonia celebrada en la plaza de San Pedro, a la que asistieron más de 300.000 personas, entre ellas tres mil pobres, un centenar de cardenales y 700 entre obispos y sacerdotes que dieron la comunión.

Los pobres, por los que siempre se batió ya que en ellos veía el rostro de Cristo, ocuparon las primeras filas de la ceremonia. Tras la ceremonia, los pobres fueron invitados a comer en el Vaticano. A la plaza vaticana también acudieron medio millar de Misioneras de la Caridad, la congregación que fundó, con sus saris blancos orlados de azul, que no pudieron contener las lágrimas de alegría cuando Juan Pablo II proclamó beata a Madre Teresa. El anciano y enfermo Papa, al que ayer se le vio de nuevo sufrir, estableció que la fiesta de Madre Teresa sea el 5 de septiembre, fecha en la que murió. En medio de la emoción, en la plaza de San Pedro fue descubierta una fotografía de tamaño gigante de la beata, en la que se ve a Madre Teresa sonriendo, con las manos unidas. Jóvenes indias danzaron ante el Papa el «Arati», un bello y colorista baile que inundó de la India el recinto vaticano. En la homilía, que no fue leída por Juan Pablo II, pero sí escrita por él, quedó reflejado el hondo reconocimiento del Santo Padre hacia la Madre Teresa de Calcuta: «Estoy personalmente muy agradecido a esta mujer decidida, que siempre he sentido a mi lado. Estuvo en todas partes sirviendo a Cristo en los más pobres entre los pobres. Ni siquiera los conflictos y las guerras lograron detenerla», escribió el Papa. También pidió que se la honre, «ya que es una de las personalidades más relevantes de nuestra época». Juan Pablo destacó la batalla de Madre Teresa en defensa de la vida, recordando que cuando recibió el Nobel de la Paz en Oslo en 1979 y dijo: «si sabéis de alguna mujer que no quiera tener a su hijo y desea abortar, intentar convencerla de que me traiga al niño, yo le amaré viendo en él la señal del amor de Dios». El Obispo de Roma subrayó la vida misionera de la beata, precisando que su «estilo» fue «emblemático» y que la imagen que ha dejado es la de una mujer que con una mano aprieta la de un niño y con la otra reza el rosario. Destacó que fue la «gran sierva de los pobres», la madre de los pobres y de los que sufren, que dedicó su vida al servicio de los necesitados y que la grandeza de su vida está en su capacidad de dar todo sin exigir nada a cambio. A la ceremonia, celebrada en una plaza de San Pedro adornada por 50.000 flores, asistió la sucesora de Madre Teresa, sor Nirmala Joshi, y Monica Besra, de 32 años, la mujer en la que se produjo el milagro que lleva a Madre Teresa a los altares. Besra, de religión animista, madre de cinco hijo, padecía un tumor en el abdomen, del que sanó, de manera inexplicable, para la ciencia en 1998. Efe
El Papa no leyó la homilía

El Papa durante la ceremonia

El Papa Juan Pablo II mostró ayer una salud cada vez más debilitada, al no poder leer ni siquiera parte de la homilía, la primera vez en su pontificado que se da esta circunstancia. Juan Pablo II, que presentaba aspecto cansado y con la voz débil, en algunos momento inaudible, cediendo la lectura al «número tres» del Vaticano, el arzobispo argentino Leonardo Sandri, y al cardenal de Bombay, Ivan Dias. Al final de la ceremonia, sin embargo, leyó, aunque con gran esfuerzo, el Angelus y saludó a los presentes en inglés, macedonio, albanés e italiano. La homilía fue una exaltación de la figura de la monja. Juan Pablo II que cuando estaba a su lado se le veía feliz y no dudaba en besarle la cabeza no escatimó elogios y alabanzas para Madre Teresa la monja, a la que hoy denominó «icono del Buen Samaritano», «mujer decidida», «sierva de todos», «pequeña mujer enamorada de Dios», «humilde mensajera del Evangelio» e «infatigable benefactora de la humanidad».

EL SECRETO DE LA MADRE TERESA

(José Francisco Serrano para Alfa y Omega)


Un día, tan lejano como cercano, el mundo se rindió a sus pies. Claudicaron las cámaras de televisión, las portadas de los grandes semanarios, los escenarios de los premios más cualificados y prestigiados, y los aplausos cómplices de los galardonados en altísimas ciencias y honores: el saber, la paz, el nuevo orden internacional. Un día, no muy lejano, el mundo lloró porque había dejado de ser un poco menos de los hombres y un poco más de los sembradores del odio y de la iniquidad. Un día, aquel día, alguien recordó que el cielo no podía esperar. Y si el cielo no puede esperar, los hombres, tampoco. Aquel día se abrieron las nubes para que entrara por la puerta grande, que es la pequeña, la de los pequeños, una viejecita vestida de blanco y azul, revestida de la pureza de su mirada, sin más equipaje que la arrugada piel de su caridad y la sonrisa sabor esperanza de un futuro que es posible.
Un día, aquel día, 5 de septiembre de 1997, casi ayer, el mundo se preguntó –nos preguntamos– por el secreto de la Madre Teresa de Calcuta. ¿Cuál fue su secreto? ¿Cuál su arcano? Acaso su corazón de madre, de madre de todos. Pero, sobre todo, de los concebidos y no nacidos, de los huérfanos, de los maltratados. Sólo un madre podía prestar su voz a los hijos del silencio, ante aquellos relucientes Premios Nobel del año 1975: «En nuestros días, se mata a millones de niños antes de nacer y no decimos nada. Lo admitimos para conformarnos con el punto de vista de los países que han legalizado el aborto. Estas naciones son las pobres. Tienen miedo de los pequeños, tienen miedo del niño no nacido, y ese niño tiene que morir porque ellas no quieren alimentar a un niño más. (…) Hace algún tiempo recogí a una niña en la calle. Dios sabe desde cuánto tiempo no había comido nada. Le di un trozo de pan. La niña se puso a comerlo miga a miga. Cuando le dije: Come el pan, ella me miró y me dijo: Tengo miedo de comer el pan, porque me da miedo tener hambre de nuevo en cuanto termine de comerlo. Ésta es la verdad. No volver jamás la espalda a los pobres, porque al volverles la espalda, os alejáis de Cristo». ¿Cuál fue su pequeño gran secreto? Acaso su penetrante mirada. Acaso su profunda vida de oración: «Amad la oración –escribió la Madre Teresa–. Tomaos la molestia de orar. Orad. La oración os abre el corazón hasta que se vuelve tan ancho como para recibir y guardar a Dios. Tenemos que conocer a Jesús en la oración antes de encontrarle en los cuerpos rotos de los pobres. Pedid, buscad. Y vuestro corazón se hará ancho para recibirle y guardarle como vuestro. Entonces podremos dar más de Jesús, más de su amor a la gente que encontramos». Acaso su lenguaje, su sigiloso modo de hablar, de pedir perdón y de exigir amor, al mismo tiempo. O acaso la Congregación que puso en marcha, que hoy continúa su tarea, y que mantiene encendida la lámpara de su espíritu recordando lo que un día les dijo la Madre Teresa: «Ante todo, somos religiosas y no asistentas sociales, profesoras, enfermeras o médicas. Un hindú decía que la diferencia entre nosotras y las trabajadoras sociales es que unas actúan por algo y nosotras actuamos por Alguien. Nosotras servimos a Jesús en los pobres. Todo lo que hacemos, oración, trabajo, sufrimiento, lo hacemos por Jesús. Nuestras vidas no tienen ningún sentido, ninguna motivación fuera de Él. Servimos a Jesús las 24 horas del día». Acaso todo esto y mucho más. El secreto de la Madre Teresa de Calcuta, por supuesto, no está sólo en la Madre Teresa de Calcuta. Hay que buscarlo más allá de sí misma, ultreya de su corazón. Hay que buscarlo en su amor a Cristo, el Señor, fuente de su santidad: «No temo decir que estoy enamorada de Jesús, porque Él lo es todo para mí. Se piensa que convertirse es cambiar de la noche a la mañana. Eso no es tan sencillo. Yo quiero que muchos aprendan a conocer a Dios, a amarle, a servirle, porques ésa es la verdadera alegría y quiero que todos puedan poseer lo que yo poseo».

Para los santos, los únicos secretos son los del amor. Pero los secretos del amor se proclaman a voces cada vez que pensamos que hay más satisfacción en dar que en recibir, o que todo lo que no se da, se pierde. Los secretos del amor no saben de diferencias, ni de épocas, ni de razas, ni de lugares. Los secretos del amor sólo saben y gustan de la verdad de cada uno; de la sinceridad con la que la conciencia se enfrenta al yo; y de la caridad con la que tratamos a los demás en nombre de Dios hecho hombre. Los santos saben que hacer la voluntad de Dios es su gran secreto. Y es la mejor forma de hablar hoy, de presentar la Buena Nueva del Evangelio. No nos engañemos. El problema del Evangelio no es de lenguaje, es de vida. El Evangelio en el corazón de los hombres pasa, no tanto por el cómo de la elocuencia, sino por el qué del amor, por la vida. Y, así, quien tenga oídos, que oiga; y quien tenga ojos, que vea. Son los secretos del corazón…, y el secreto de la Madre Teresa.

El secreto de una sonrisa

La llamada telebasura, que produce tanto dinero como vidas destruye, es triste muestra de ese vacío; en realidad no es otra cosa que una especie de vanguardia de la generalizada cultura de muerte hoy dominante en el mundo, tan certeramente definida por Juan Pablo II, infiltrada de mil sutiles maneras en todos los ámbitos, aparentemente llena de moderación y de tolerancia; se llena la boca con proclamaciones de libertad y de democracia, pero en realidad se ha ganado a pulso la dura acusación que el mismo Cristo hizo a los fariseos de entonces: «¡Sepulcros blanqueados!» Es hora, ciertamente, de abrir bien los ojos y no dejarse engañar. No se trata de inventar nuevos maquillajes.Frente al vacío, no caben componendas. Sólo cabe la plenitud. El testimonio de la Madre Teresa, como el del anciano, enfermo y admirable Papa que va a beatificarla, Dios mediante, el próximo día 19, ¿no es acaso un grito, lleno de verdad y de esperanza, de esa Plenitud que ha vencido a la muerte y abre sus brazos en la catolicidad de la Iglesia?En el funeral de la fundadora de las misioneras de la caridad no sólo había católicos.
Al finalizar el Santo Sacrificio de la Misa en sufragio de su alma, se unieron a la oración de la Iglesia gentes de todos los credos, de toda raza y condición y de todas las partes de la tierra. Pocos testimonios pueden ser más elocuentes de cómo la fe católica, distintivo nítido y manifiesto de la Madre Teresa, efectivamente es tal: abraza a todos y todos se sienten, cuando la encuentran de veras, gozosamente abrazados.
La fe católica, que llegando hasta las más injustas miserias de la condición humana, como es tan patente en la Madre Teresa y en sus hijas, abraza hasta el más olvidado de los hombres, ciertamente no nos pide que abracemos el mal –curiosamente sí lo hacen, en cambio, tantos fariseos de hoy, predicadores de apertura y solidaridad que, sin embargo, marginan y hasta persiguen a quienes no piensan como ellos–. Todo lo contrario. El afecto inmenso que gentes de toda raza, pueblo y nación testimoniaron, y siguen reconociendo, a la Madre Teresa, ¿no pone acaso en evidencia que, más allá de no abrazar el mal, lo que de verdad añora todo hombre y mujer es el Bien? Ése, justamente, es el secreto de aquella gozosa sonrisa del mendigo y de la próxima Beata.«Estos niños son todo lo que tienen», dijo un diplomático hindú, tratando de explicar la sonrisa, realmente envidiable, de las misioneras de la caridad. Le faltó mirar hasta el fondo. Porque al abrazar, a los niños y al mendigo, reconocen su verdadera identidad de imagen viva del mismo Cristo. Por eso precisamente ¡lo tienen Todo! Es hora de cambiar la mueca desesperada ante la violencia y el terror, por ese amor activo que genera la única verdadera transformación del mundo.

PEQUEÑAS COSAS CON AMOR


Las obras de amor que realizamos son la respuesta a la llamada que Dios hizo a nuestra madre, la Madre Teresa de Calcuta, y a nosotras mismas, para transmitir el amor, la luz y la compasión de Dios a los que sufren. Dios es el hogar del hombre, y sin Dios el hombre está perdido y no tiene paz. Alimentamos a los hambrientos no solamente con la comida, sino también con la palabra de Dios. Saciamos la sed de los sedientos no sólo con agua, sino también con conocimiento, paz, verdad, justicia y amor, vestimos al mendigo no sólo con ropa, sino también con dignidad humana.
La Madre Teresa siempre nos decía que la santidad no es un lujo para unos pocos, sino una obligación para todos. Ofrecemos nuestro servicio gratuito de todo corazón, material y espiritual, a los pobres más pobres, sin consideración de casta, credo o nacionalidad.

Dependemos de la Divina Providencia para satisfacer todas nuestras necesidades y las de los pobres. Él nos provee a través de los actos de amor de individuos ricos y pobres de todo el mundo. Por eso utilizamos de forma deliberada medios sencillos y humildes para la realización de nuestra misión.
l Madre Teresa solía decir: «Cuanto más tierno sea nuestro amor por Jesucristo en la Eucaristía, tanto más tierno será nuestro amor para Jesús en los más pobres de los pobres». En el Santísimo, Jesús viene a nosotros para aliviar nuestra hambre y sed de Dios. En los más pobres de los pobres, Él viene a nosotros como el hambriento, el sediento, el que no tiene nada, el moribundo, el que no tiene amor, y al que nadie quiere, para darnos la oportunidad de aliviar su sed de amor por los pobres.
No tenemos que ir lejos para buscar a los pobres; están en todas partes. Sólo necesitamos los ojos para verlos y el corazón para reconocerlos. No tenemos que hacer grandes cosas para demostrar el amor a los pobres. Pequeñas cosas hechas con amor tocan las vidas de las personas y cambian su corazón.

Sor Nirmala
(Palabras durante su reciente estancia en España)

SÍMBOLO DE AMOR Y COMPASIÓN

El Domingo 19 de octubre 2003, su Santidad Juan Pablo II proclamó "Beata" a Madre Teresa de Calcuta. La llamada que Jesús hizo a Madre Teresa en 1946, "VEN, SÉ MI LUZ", resonó en la Plaza de San Pedro, invitándonos también a nosotros a irradiar la luz de Cristo en la oscuridad del dolor y de la pobreza humana. Hoy, después de tres años y medio de investigación y estudio, la Iglesia confirma que Madre Teresa vivió heróicamente la vida Cristiana y que Dios la ha exaltado como modelo de santidad y como intercesora para todos. Así la recuerda Juan Pablo II"Recordamos su sonrisa, sus profundos ojos, las cuentas de su rosario. Parece como si pudiésemos todavía verla caminando por el mundo, buscando a los más pobres entre los pobres. A través de la sonrisa, las palabras y las obras de Madre Teresa, Jesús caminó de nuevo por las calles del mundo como el buen samaritano". "Caminando incansablemente por los caminos de todo el mundo, Madre Teresa ha marcado la historia de nuestro siglo: defendió con valor la vida, sirvió a todos los seres humanos promoviendo siempre el respeto de su dignidad; hizo que los 'perdedores de la vida' sintiesen la ternura de Dios, Padre amoroso de todas sus criaturas. Testimonió el Evangelio de la caridad, que se alimenta con el don de sí mismo hasta la muerte... Que su brillante ejemplo de caridad sirva de consolación y de catalizador para su familia espiritual, para la Iglesia y para toda la Humanidad". "Sabemos bien cuál era su secreto: estaba llena de Cristo y así, miraba a todos con los ojos y con el corazón de Cristo... No tenía, por lo tanto, ningún problema en 'adoptar' a sus pobres como hijos". "No resulta sorprendente que la gente de nuestro tiempo estuviese fascinada con ella. Ella encarnó ese amor que Jesús indica como señal distintiva de los discípulos: 'En esto conocerán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros' (Jn 13, 35)". "¡No olvidemos el gran ejemplo que nos dejó Madre Teresa y no la conmemoremos sólo con las palabras! Tengamos siempre el coraje de dar la prioridad a la persona humana". Algunas enseñanzas de la Madre TeresaMadre Teresa siempre tuvo claro que la fuente de la vida es Jesucristo y que sólo siguiendo sus huellas se llega a la felicidad. Esta sabiduría le permitió dejarnos algunas enseñanzas indispensables para llevar adelante la vida con alegría:- ¿El día más bello? Hoy- ¿El obstáculo más grande? El miedo- ¿La cosa más fácil? Equivocarse- ¿La raíz de todos los males? El egoísmo- ¿La distracción más bella? El trabajo- ¿La peor derrota? El desaliento- ¿Los mejores profesores? Los niños- ¿La primera necesidad? Comunicarse- ¿Lo que me hace más feliz? Ser útil a los demás- ¿El pero defecto? El mal humor- ¿El sentimiento más ruin? El rencor- ¿El regalo más bello? El perdón- ¿Lo más imprescindible? El hogar- ¿La sensación más grata? La paz interior- ¿El mejor remedio? El optimismo- ¿La mayor satisfacción? El deber cumplido- ¿La fuerza más potente del mundo? La fe- ¿Las personas más necesarias? Los padres- ¿La cosa más bella del mundo? ¡EL AMOR!

Biografía de la futura santa Agnese Gonxhe Boiaxhiu nació en Skopje (Macedonia) en 1910 en el seno de una familia albanesa. Cuando tenía dieciocho años, animada por el deseo de hacerse misionera, Gonxha dejó su casa en septiembre de 1928 para ingresar en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí recibió el nombre de Hermana María Teresa (por Santa Teresa de Lisieux). En el mes de diciembre inició su viaje hacia India, llegando a Calcuta el 6 de enero de 1929. El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje de Calcuta a Darjeeling para realizar su retiro anual, Madre Teresa recibió su “inspiración”, su “llamada dentro de la llamada”. Ese día, de una manera que nunca explicaría, la sed de amor y de almas se apoderó de su corazón y el deseo de saciar la sed de Jesús se convirtió en la fuerza motriz de toda su vida. Durante las sucesivas semanas y meses, mediante locuciones interiores y visiones, Jesús le reveló el deseo de su corazón de encontrar “víctimas de amor” que “irradiasen a las almas su amor”. “Ven y sé mi luz”, Jesús le suplicó. “No puedo ir solo”. Le reveló su dolor por el olvido de los pobres, su pena por la ignorancia que tenían de Él y el deseo de ser amado por ellos. Le pidió a Madre Teresa que fundase una congregación religiosa, Misioneras de la Caridad, dedicadas al servicio de los más pobres entre los pobres. Pasaron casi dos años de pruebas y discernimiento antes de que Madre Teresa recibiese el permiso para comenzar. El 17 de agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco orlado de azul y atravesó las puertas de su amado convento de Loreto para entrar en el mundo de los pobres.Ella decía de sí misma: “De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”. De pequeña estatura, firme como una roca en su fe, a Madre Teresa de Calcuta le fue confiada la misión de proclamar la sed de amor de Dios por la humanidad, especialmente por los más pobres entre los pobres. “Dios ama todavía al mundo y nos envía a ti y a mi para que seamos su amor y su compasión por los pobres”. Fue un alma llena de la luz de Cristo, inflamada de amor por Él y ardiendo con un único deseo: “saciar su sed de amor y de almas” . En 1979 se le otorgó el Premio Nobel de la Paz por su labor. Los frutos de su semillaEl 7 de octubre de 1950 fue establecida oficialmente en la Archidiócesis de Calcuta la nueva congregación de las Misioneras de la Caridad. Al inicio de los años sesenta, Madre Teresa comenzó a enviar a sus Hermanas a otras partes de India. Para mejor responder a las necesidades físicas y espirituales de los pobres, Madre Teresa fundó los Hermanos Misioneros de la Caridad en 1963, en 1976 la rama contemplativa de las Hermanas, en 1979 los Hermanos Contemplativos y en 1984 los Padres Misioneros de la Caridad. Sin embargo, su inspiración no se limitò solamente a aquellos que sentían la vocación a la vida religiosa. Creó los Colaboradores de Madre Teresa y los Colaboradores Enfermos y Sufrientes, personas de distintas creencias y nacionalidades con los cuales compartió su espíritu de oración, sencillez, sacrificio y su apostolado basado en humildes obras de amor. Este espíritu inspiró posteriormente a los Misioneros de la Caridad Laicos. En respuesta a las peticiones de muchos sacerdotes, Madre Teresa inició también en 1981 el Movimiento Sacerdotal Corpus Christi como un“pequeño camino de santidad” para aquellos sacerdotes que deseasen compartir su carisma y espíritu. La congregación fundada por la Madre Teresa cuenta con 710 casas en 132 países. Según el Anuario Pontificio 2003, las Misioneras de la Caridad son en la actualidad 4.690 religiosas y novicias.

 

19-10-2003 CAMINO DE LA CANONIZACIÓN

El Papa proclama beata a la Madre Teresa de CalcutaJuan Pablo II ha proclamado beata en el Vaticano a la Madre Teresa de Calcuta, por su vida dedicada a los pobres y los desposeídos, en una ceremonia ante centenares de miles de personas.


La nueva beata fue proclamada a las 10.15 horas, mientras los presentes en la plaza de San Pedro y las calles y plazas adyacentes rompieron en aplausos que duraron varios minutos y sonaba música sacra.En la fachada principal de la basílica de San Pedro fue descubierto un retrato de tamaño gigante de la nueva beata."Con nuestra autoridad apostólica, anunciamos que la venerable sierva Madre Teresa de Calcuta de ahora en adelante debe ser llamada beata," dijo el pontífice, viejo amigo de la monja, que falleció en 1997 a los 87 años.Más de 150.000 peregrinos, turistas, católicos y no católicos se congregaron en la Plaza de San Pedro para la misa de beatificación y llenaron la amplia Via della Conciliazione, que se extiende desde el Vaticano hasta las riberas del Tíber.La Madre Teresa, de origen albanés y ganadora del Premio Nobel de la Paz en 1979, dedicó décadas de su vida al servicio de los pobres y los desposeídos de Calcuta junto a la orden de las Misioneras de la Caridad que fundó.Muchas de sus monjas, con sus saris blancos y azules, destacaban entre la vasta multitud, donde una sección especial para miles de desposeídos y desamparados de Roma fue reservada cerca del elevado altar donde Juan Pablo ofició la misa debeatificación.La ceremonia ha tenido lugar tres días después del 25 aniversario del Pontífice como máximo responsable de la Iglesia Católica.
( Terra / Agencias)